El Libro de los Hechos de los Apóstoles.
Día 57
Lectura Hechos Capítulo 27:21 al 32
Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo:
“Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida.
Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave.
Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo:
«Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo.»
Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.
Con todo, es necesario que demos en alguna isla.”
Venida la decimacuarta noche, y siendo llevados a través del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra; y echando la sonda, hallaron veinte brazas; y pasando un poco más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas.
Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de día.
Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas de proa.
Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados:
“Si éstos no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros.”
Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y lo dejaron perderse.
(Hechos de los Apóstoles 27:21 al 32)
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