El Libro de los Hechos de los Apóstoles.
Día 49
Lectura Hechos Capítulo 22:26 al 23:10
Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo:
“¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano.”
Vino el tribuno y le dijo:
“Dime, ¿eres tú ciudadano romano?”
El dijo: “Sí.”
Respondió el tribuno:
“Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía.”
Entonces Pablo dijo:
“Pero yo lo soy de nacimiento.”
Así que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aun el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado.
Al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por la cual le acusaban los judíos, le soltó de las cadenas, y mandó venir a los principales sacerdotes y a todo el concilio, y sacando a Pablo, le presentó ante ellos.
Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo:
“Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy.”
El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le golpeasen en la boca.
Entonces Pablo le dijo:
“¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada! ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear?”
Los que estaban presentes dijeron:
“¿Al sumo sacerdote de Dios injurias?”
Pablo dijo:
“No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo.”
Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio:
“Varones hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga.”
Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.
Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas.
Y hubo un gran vocerío; y levantándose los escribas de la parte de los fariseos, contendían, diciendo:
“Ningún mal hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel, no resistamos a Dios.”
Y habiendo grande disensión, el tribuno, teniendo temor de que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó que bajasen soldados y le arrebatasen de en medio de ellos, y le llevasen a la fortaleza.
(Hechos de los Apóstoles 22:26 al 23:10)
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