El Libro de los Hechos de los Apóstoles.
Día 51
Lectura Hechos Capítulo 23:25 al 24:9
Y escribió una carta en estos términos:
“Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix: Salud.
A este hombre, aprehendido por los judíos, y que iban ellos a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo sabido que era ciudadano romano.
Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé al concilio de ellos; y hallé que le acusaban por cuestiones de la ley de ellos, pero que ningún delito tenía digno de muerte o de prisión.
Pero al ser avisado de asechanzas que los judíos habían tendido contra este hombre, al punto le he enviado a ti, intimando también a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan contra él. Pásalo bien.”
Y los soldados, tomando a Pablo como se les ordenó, le llevaron de noche a Antípatris.
Y al día siguiente, dejando a los jinetes que fuesen con él, volvieron a la fortaleza.
Cuando aquéllos llegaron a Cesarea, y dieron la carta al gobernador, presentaron también a Pablo delante de él.
Y el gobernador, leída la carta, preguntó de qué provincia era; y habiendo entendido que era de Cilicia, le dijo:
“Te oiré cuando vengan tus acusadores.”
Y mandó que le custodiasen en el pretorio de Herodes.
Cinco días después, descendió el sumo sacerdote Ananías con algunos de los ancianos y un cierto orador llamado Tértulo, y comparecieron ante el gobernador contra Pablo.
Y cuando éste fue llamado, Tértulo comenzó a acusarle, diciendo:
“Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu prudencia, oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar con toda gratitud.
Pero por no molestarte más largamente, te ruego que nos oigas brevemente conforme a tu equidad.
Porque hemos hallado que este hombre es una plaga, y promotor de sediciones entre todos los judíos por todo el mundo, y cabecilla de la secta de los nazarenos.
Intentó también profanar el templo; y prendiéndole, quisimos juzgarle conforme a nuestra ley.
Pero interviniendo el tribuno Lisias, con gran violencia le quitó de nuestras manos, mandando a sus acusadores que viniesen a ti.
Tú mismo, pues, al juzgarle, podrás informarte de todas estas cosas de que le acusamos.
Los judíos también confirmaban, diciendo ser así todo.
(Hechos de los Apóstoles 23:25 al 24:9)
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